Cuando era apenas un joven convertido, la primera cosa que me llamó la atención al leer los Hechos de los Apóstoles, fue el hecho de que aquellas asambleas locales vivían en una atmósfera de oración. Las reuniones de oración eran algo muy común. Oraban cada vez que tenían oportunidad. Oraban para que fueran abiertas las puertas; y después de haber pasado por las puertas abiertas, oraban por guianza y denuedo en su ministerio.

Oraban en sus hogares y cuando se reunían en la iglesia. Oraban en sus círculos privados y oraban ante el sanedrín. Prácticamente vivían sobre sus rodillas.


A fin de que los apóstoles pudieran «persistir en la oración,» ellos eligieron a siete hombres de buen testimonio para que administraran los negocios materiales de la iglesia. Tan poderosos eran en la oración que fueron capaces de revolucionar grandemente al mundo conocido.


Una verdadera iglesia con bases bíblicas siempre será poderosa en oración. George Müller dijo en una de sus cartas a Hudson Taylor en China: «Si vas a ganarte esa provincia para Cristo, tendrás que hacerlo en tus rodillas.»


 Una de nuestras más imperiosas necesidades es el de avivar nuestras reuniones de oración. Una de las manifestaciones más poderosas del Espíritu en cuanto al poder de avivamiento, es el restablecimiento de las reuniones de oración.

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